Cómo explicar en pocas palabras que lo que dicen los rivales luego de una derrota nuestra no hace más que afianzar la idea de lo mucho que nos temen, admiran y respetan. Cómo explicarles que este hinchaje tiene una sólida base en un valor que quizás ellos tengan algo lejano: la lealtad. Cómo explicarles que estamos tan acostumbrados al triunfo como a la derrota sin que esto les saque una burla absurda e insustentada. Cómo explicarles que ser hincha de Alianza Lima es ser hincha en sí de la esencia del fútbol, incluso apegarse a sabores y sinsabores de la propia vida cotidiana. Cómo explicarles que, aún cayendo estrepitosamente hoy, a la siguiente fecha estaremos de pie y peleando en primer lugar por los colores. Cómo explicarles que esto no tiene nada que ver con conformismo y mediocridad -males arraigados en todo el fútbol peruano y de los que nadie se salva, en realidad-, sino simplemente con una promesa irrompible que hicimos desde la primera vez que pisamos esa mágica tribuna. Cómo explicarles que la fiesta para nosotros es como la bandera de siempre y no algo meramente ocasional. Cómo explicarles que hablar de nuestra historia no es "vivir del pasado" sino estar orgulloso de él, añorarlo y llevarlo siempre en la mochila que cargamos en nuestro viaje al futuro. Cómo explicarles que el solo hecho de ser hinchas de Alianza ya nos hace lo suficientemente felices. Cómo explicarles que este sentimiento va mucho más allá de títulos y reconocimientos, que estos en nuestra sangre son un medio y no un fin. Cómo explicarles que para nosotros no pasaron dieciocho años aquella vez, ni ocho años en esta; que son ellos los que nos avisan, los que llevan la cuenta. Cómo explicarles que para nosotros cada año, cada mes, cada fecha, es una renovación de confianza. Cómo explicarles que no sabemos cómo explicarles, porque simplemente no lo entenderán jamás. Y está bien, cada uno tiene su manera de querer; es solo que nosotros sabemos que la nuestra es, definitivamente, la mejor.

Arriba Alianza, esa luz que nunca se apaga.